domingo, 19 de abril de 2015

Hábitos saludables. ¿Se trata solo de tener fuerza de voluntad?

Nunca nadie dijo que fuera fácil. La gente dice que cuando llevas mucho tiempo siguiendo una dieta sana, basada en verduras, frutas, cereales integrales y frutos secos, no tienes la necesidad de comer tanto dulce u otros alimentos procesados que lo único que hacen es intoxicar poco a poco tu organismo. Pero tengo mis dudas o al menos no lo siento así.

A veces, como todos, siento la necesidad de comer algo que se salga de esa dieta. La cuestión es que un día pecas con un donut y te das cuenta de que no pasa nada, que te sientes bien y no te afecta, a los dos días vuelves a comer algo que sale de tu dieta. Quizá no es el mayor pecado del mundo pero si comparas ese picoteo con lo que sueles comer a diario se sale de tus hábitos o a lo que tu cuerpo está acostumbrado. Y así un día tras otro, por varios motivos. Es tu cumpleaños y te dejas ir un poco, o bien tienes comidas familiares y no siempre puedes escoger lo que sería mejor para tí. O bien, los cumpleaños semanales en el trabajo, que parece que cada día es el aniversario de alguien.

En casa nunca tengo nada fuera de lo que puedo comer, si no compras "alimentos prohibidos" tampoco los consumes, pero fuera de casa es más difícil. Normalmente tengo suficiente fuerza de voluntad para no pecar, pero como os decía antes, el antojo de comer un poco de ésto y de lo otro no se me ha ido. Lo único que no echo de menos es la carne ni los embutidos, quién lo iba a decir.

El problema viene cuando durante un mes has cedido varias veces y que, aunque lo que has comido en varios días de un mes no llegaría ni a una décima parte de lo que comen el resto de personas que no sigue esta dieta, llega un momento en el que esos pequeños pecados te pasan factura, y es en ese momento cuando tu cuerpo te da un aviso y te acuerdas de por qué estás haciendo lo que haces, de por qué te cuidas tanto, y de qué es lo que sucede cuando tu y tus pecados esporádicos os pasáis un poco de la raya.

Supongo que no se trata de tener fuerza de voluntad o no, sino de valorar qué opciones tienes: nutrir tu cuerpo con los alimentos que realmente necesita y sentirte bien, o comer de todo porque todo está muy bueno y disfrutas comiendo, y que al poco tiempo tu cuerpo te vuelva a recordar que la comida basura y tú no formáis un buen equipo.